Opinión
El país no está en paz
Decisiones.- “Una sociedad gobernada por la histeria de la supervivencia es una sociedad de zombies, que no son capaces de vivir ni de morir.” Esta dialéctica de la supervivencia señalada por Byung-Chul Han se acuña en su obra “Topología de la violencia”, donde nos permite visibilizar que la pérdida de valores sociales solidarios se convierten en el caldo de cultivo autorreferencial para sostener que el país está atomizado, erosionado socialmente y sometido por la inseguridad.
No se trata de ver el vaso medio vacío; pero afirmar que “el país está en paz y hay gobernabilidad”, o decir que pretende magnificar la violencia, como lo ha señalado en las “Mañaneras” el presidente de México Andrés Manuel López Obrador, es cerrar los ojos a la realidad que millones de mexicanos (sin importar la ciudad) padecemos cotidianamente al salir a las calles, para muestra unos ejemplos: a) el asesinato de los médicos en Zacatecas; b) la disputa de territorios por el crimen organizado en las zonas limítrofes Jalisco-Michoacán; c) la ola de secuestros en Tamaulipas; d) los enfrentamientos en Aguililla; y, e) los niños armados en Guerrero. No por nada, cinco de las ciudades más peligrosas del mundo están en el territorio: Tijuana, Obregón, Juárez, Uruapan e Irapuato y las cifras siguen moviéndose (lamentablemente) al alza.
El “Índice de Paz en México 2021” demostró que nuestro país ha experimentado una caída en los indicadores que conforman la medición, y actualmente se ocupa el lugar 163 a nivel mundial, es decir, la paz en México cayó un 18 por ciento -curiosamente- el presupuesto destinado a las fuerzas armadas tuvo un incremento de un 14 por ciento. ¡Son los absurdos del sistema!
Siguiendo esta lógica de cifras, llama la atención que en plena crisis sanitaria COVID-19, los homicidios se incrementaron en un 84 por ciento, se duplicaron los delitos con armas de fuego; la violencia intrafamiliar creció un 64 por ciento y la violencia sexual un 60 por ciento. Y no es que “los adversarios quieran magnificar la violencia” (López Obrador dixit), lo que sucede es que no se puede tapar el sol con un dedo. La violencia directa opera como insignia de poder. En este caso, la violencia no se oculta, se hace visible y manifiesta, es elocuente y sustancial. Los saldos son evidentes por la peligrosa inclinación a la agresividad y la muerte de unos frente a otros; mientras, el Estado se auto-consume como un testigo mudo, rebasado por las tribus y subculturas urbanas.
Para clarificar un poco más, la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2020, elaborada por el INEGI, arroja datos que corroboran que el país no está en paz. Se debe señalar se trata de datos oficiales obtenidos de páginas del gobierno federal y están al alcance de todos (aun cuando el Presidente tenga otros datos); con un instrumento metodológico se encuestan 34 ciudades y áreas metropolitanas del país que arrojan cifras como:
- Que tres de cada 10 hogares ya fue víctima del delito.
- Que 22.3 millones de personas de 18 años o más fueron víctimas de algún delito. De ellas, 27,293 fueron de Jalisco.
Además, en la ENVIPE se señala que los diez tipos de delito en orden de prelación y distribución porcentual son:
Y de esto se deriva que el 68 por ciento de los casos, lo robado fue dinero, tarjetas de crédito o cheques, mientras que el 51.2 por ciento fueron teléfonos celulares. Debemos mencionar también que la extorsión telefónica se incrementó hasta un 88.9 por ciento y el 8.6 por ciento de esas extorsiones fueron pagadas.
En los delitos, los malhechores portaban algún arma en el 42.9 por ciento de las ocasiones actuaban en complicidad con otro individuo que contribuía a cometer el delito. Lo alarmante es que hay cifras negras que nos dejan claro que 9 personas de cada 10, no hace denuncia, lo que nos obliga a pensar que las cifras reportadas están muy por debajo de la realidad que padecemos quienes habitamos el territorio mexicano, y quienes lo transitan, incluso.
Para finalizar, debemos señalar que los motivos que llevan a la víctima del delito a no denunciar son: a) la pérdida de tiempo que implica; b) la desconfianza hacia la autoridad; c) los trámites largos y difíciles; d) actitud hostil de la autoridad y miedo a represalias o a que los extorsionen.
Pero aún y si los datos anteriores no fueran suficientes, usted tiene la mejor respuesta a la pregunta: ¿México está en paz?