
Decisiones.- Sin duda alguna el 2020 ha sido un año atípico para la población mundial. La contingencia sanitaria provocada por el COVID-19 fue un golpe a las estructuras sociales. Todos los sectores de la sociedad sufrieron transformaciones radicales. Se dio una transición de lo que se consideraba “normal”, a lo que ahora se le está denominando, la “nueva normalidad”.
El ámbito educativo no fue la excepción, en este nos enfrentamos a diversos “choques” entre lo que se estaba acostumbrado y las nuevas exigencias del sistema educativo. Pasamos de una modalidad presencial a una modalidad en línea; fuimos de tener una interacción directa e interpersonal con nuestros estudiantes, a una relación virtual llevada a cabo a través de herramientas tecnológicas; cambiamos los recursos tradicionales como el pintarrón o pizarrón, plumones y en algunos casos proyectores y computadoras portátiles, al uso de plataformas virtuales, software, aplicaciones educativas en línea y otros recursos digitales. En un fin de semana fuimos de las aulas, a la red. Un cambio no solo abrupto, sino, un cambio que implicó una confrontación entre paradigmas, formas, modos, costumbres e ideologías.
Los cambios repentinos en cuanto a metodologías y estrategias de trabajo, vinieron acompañados de una realidad social que probablemente muchos conocíamos, pero pocos le poníamos atención. La comunidad educativa, que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) define como conjunto de actores sociales que conviven cotidianamente en el espacio simbólico de las escuelas (UNESCO, s.f.), o sea docentes, estudiantes, personal administrativo, padres de familia, sociedad en general etc., se enfrentó a diversas dificultades. Por un lado, las carencias económicas que afectan ciertos sectores de la población, restando así su capacidad de conectividad y acceso a medios tecnológicos. Por otro lado, padres con dificultades para cambiar sus rutinas, con cargas de trabajo que en muchas ocasiones son excesivas, y en gran parte de los casos, con poca o nula preparación y/o formación para hacer un adecuado acompañamiento en la educación de sus hijos. Y para complementar estas dificultades, una realidad de la que poco nos gusta hablar: la falta de capacitación en algunos docentes; misma que les o nos dificultó enfrentar esta situación para la cual, evidentemente, nadie estaba preparado.
Podría obviar, que todos y cada uno de los miembros de la comunidad educativa hemos dado nuestro mejor esfuerzo. Los estudiantes en medida de sus posibilidades han luchado por cumplir con sus responsabilidades académicas. Los padres de familia, buscan acompañar a sus hijos, han vuelto a su etapa de estudiantes para reaprender con ellos; incrementaron sus jornadas laborales agregando a su día a día el ser profesor y/o acompañante educativo. Tanto estudiantes como padres de familia se han capacitado en uso de medios tecnológicos y plataformas educativas. Los docentes se enfrentan a una cruzada personal invirtiendo más tiempo del que se necesita en la modalidad presencial; han fortalecido sus procesos pedagógicos para optimizar los aprendizajes de los estudiantes. Las instituciones educativas han buscado estrategias para que todos los estudiantes reciban educación. Y si bien, no todo es perfecto, lo positivo es lo que se tiene que resaltar, lo “negativo” tendrá que ser analizado en foros por expertos en educación.
De lo mencionado hasta el momento, queda responder la “gran pregunta”, misma que da motivo al presente texto: ¿Qué ha aprendido el sistema educativo en este 2020?, en definitiva, esta respuesta debe ser abordada de igual manera desde los distintos actores de la comunidad educativa. Los estudiantes deben de estar valorando la importancia de la escuela como institución para que su proceso de aprendizaje se lleve de la mejor manera. El cómo un espacio físico donde se relaciona con compañeros y docentes, (que cabe mencionar, están enfocados a enseñar), es sumamente más enriquecedor que un espacio cómodo en casa. Que la comunicación directa facilita que las ideas fluyan, y, por último, y no menos importante, que para muchos de ellos la escuela representa un espacio de enriquecimiento emocional, donde un compañero es un amigo, y un docente es un apoyo en situaciones que trascienden lo académico.
Los padres de familia, tendrán que estar valorando que la labor de un docente no es sencilla. Que enseñar no se resume en pararse frente al aula y hablar de algo que se supone se sabe, sino que, implica inversión de tiempo, preparación de materiales, adaptación de las formas de enseñanza, entender y lidiar con la situación y el sentir emocional del estudiante, en estudiar un tema una y otra vez para poder trasmitirlo y guiarlo de la mejor forma. De igual manera, considero que los padres han entendido que la educación no corresponde solo a los docentes y a las escuelas, sino que, los límites, los valores, las ganas de aprender, comienzan en casa y se refuerzan trabajando en equipo con los docentes.
En lo que a los docentes respecta considero nos hemos llevado grandísimos aprendizajes. Por un lado, nos dimos cuenta que lo que sabíamos no era suficiente, necesitamos siempre un poco más. Ahora reconocemos la importancia de estar actualizados en todos los ámbitos de la educación, de esta manera tendremos una caja de herramientas mas completa. Nos vimos vulnerables en situaciones que considerábamos innecesarias y en otros momentos impensables. Entendimos la importancia de la escuela en nuestras vidas, y el impacto que esta tiene en la de nuestros estudiantes. Recordamos que nuestra posición en la sociedad sigue siendo determinante para que el desarrollo cultural, intelectual y social no se detenga.
Como sistema educativo aprendimos, que un sistema es la suma de sus partes. Cada parte debe de cumplir con su función para que el sistema funcione. Donde probablemente la única garantía que tenemos es, que el trabajo en conjunto, donde estudiantes, padres, docentes y sociedad en general se apoye, cada quien esté haciendo lo que le corresponde, es lo que realmente nos hará funcionar como sociedad, y no llevará a un muy probable éxito educativo.