Opinión
Pena es la palabra
Decisiones.- La semana pasada fuimos testigos de una represión violenta por parte de la Policía Estatal hacia un grupo de manifestantes que protestaba contra el alza del transporte público en Guadalajara. La reacción de los cuerpos policiales por saltarse las barreras de ingreso al Tren Ligero fue simplemente exagerada. Golpes, arrebatos, sometimiento y detenciones arbitrarias fueron los factores que dieron pie a un enojo e indignación aún mayor que el ya originado por el «tarifazo» de $9.50.
Alfaro Ramírez demostró que el PAN no solo se incrustó en las filas de MC, también en la personalidad de su figura más visible, pues las represiones recordaron a cuando Ramírez Acuña movilizó a los cuerpos de seguridad para reprimir también las protestas globalifóbicas del 2004. Sin duda la capacidad del gobernador para entablar diálogos y socializar sigue siendo su debilidad, eso quedó claro cuando no dio la cara tras los actos violentos por parte de la Policía Estatal, esperó hasta el domingo para lanzar un vídeo de diez minutos donde explica el por qué del aumento y deja claro que sigue viendo enemigos políticos en cualquier acto que vaya contra su palabra.
Lo que más duele es el silencio de activistas y «derechohumaneros» que ahora trabajan en los gabinetes emecistas, quienes a pesar de definirse en pro de las libertades y el respeto a la libre manifestación ahora callan.
Al Gobierno Estatal le hace falta empatizar más con las necesidades de sus gobernados, el enojo no es de a gratis ni las personas se movilizan por órdenes de fuerzas políticas, lo hacen porque es urgente para ellos evitar un tarifazo de ese tamaño, porque las amas de casa no reciben vales de transporte, porque la cobertura de las rutas no es la suficiente, ni las condiciones de operación se acercan a lo decente. Es aquí cuando se entiende que muchos del Gobierno Estatal jamás se han subido al transporte público para algo que no sea la foto en campaña, es aquí cuando no solo nos avergonzamos del doble discurso y la incongruencia de nuestros gobernantes, también vemos cada día más difícil que se bajen del ladrillo al que se subieron y después de siete meses se marearon con la soberbia.