Opinión
Mantenerse a la altura
Decisiones.- La universidad pública es un bien común que como mexicanos tenemos derecho a disfrutar, sin embargo es sabido que ésta ha sido cooptada y usada por las élites políticas para asentarse en su nicho de poder y convertir la educación en un arma de control político.
La semana pasada la U. de G. fue reconocida como la mejor universidad estatal a nivel nacional por la consultora británica Quacquarelli Symonds. El rector general y toda la comunicación universitaria se volcó sobre este suceso, sin embargo, al ver a la U. de G, sus condiciones académicas y laborales uno no puede evitar en pensar que si así está la mejor universidad estatal del país ¿cómo fregados están las demás? Y vaya que con justa razón esta pregunta se vuelve legítima, pues para empezar tenemos las condiciones laborales de los profesores de asignatura, quienes reciben un raquítico pago a cambio de transferir sus conocimientos en unas cuantas horas a la semana, mientras que quienes están basificados se encuentran sujetos a un sindicato amarillo y al escalafón que se vuelve un obstáculo antes que una garantía para el progreso laboral.
En la calidad académica vale la pena ver que, si no tienes profesores contentos y que se sientan realizados con la labor que hacen pues menos vas a tener programas que se adapten a las necesidades educativas de los alumnos. ¿Cómo se van a molestar los maestros en hacer un diagnóstico certero y preciso de sus educandos si a penas les da la vida para trabajar en sus aulas? La labor de estos maestros es de reconocerse, pues son ellos quienes mueren en la raya tras soportar condiciones laborales que dejan mucho a desear. Mira que trabajar bajo el yugo de la tiranía escalafonaria que segrega salarial e internamente en las dinámicas de trabajo ya es decir mucho.
El ranking de Quacquarelli Symonds puede darnos un norte sobre los avances en la infraestructura educativa, la ampliación del catálogo de carreras en los Centros Universitarios Temáticos y Regionales, sin embargo sabemos que la capacidad operativa de la U. de G se ve continuamente autolimitada por asuntos presupuestales. Mientras las autoridades universitarias alegan que son inoperativos sin más presupuesto de la Federación, los aspirantes quedan a la expectativa de ser aceptados en una universidad con sobrecupo.
Quizá la UdeG no deba ser juzgada con tanta dureza, pero también las autoridades universitarias deberían procurar mantenerse a la altura de ser “la mejor universidad estatal del país” buscando el bienestar de sus académicos y administrativos, así como su progreso laboral; encargándose por cuenta propia del diagnóstico de problemáticas que aquejan a sus alumnos en lugar de esperar a que la FEU levante encuestas, la Universidad debería pues, comprometerse consigo misma para ser la institución benemérita que merecemos y no el criadero político de Jalisco que mantiene en la cumbre a Raúl Padilla.