Opinión
Libertad a quien la merece
La noticia de la liberación del médico y activista Juan Manuel Mireles Valverde llega tarde, pero llegó, si bien es condicionada, es el primer paso encaminado a lograr limpiar su historia. Representa una victoria de la justicia en contra del sistema jurídico degradado, politizado, monetizado, corrompido, en nuestro país.
Seguramente en esta determinación jurisdiccional habrán intervenido factores que no son visibles a primera vista, pero están ahí latentes. Lo cierto es que su detención siempre fue un tema predominantemente factico, en el que las instituciones se prostituyeron para cumplir con caprichos.
Ante el flagrante atropello del que fue sujeto Mireles Valverde se produjo apenas un mormullo en nuestra sociedad, se acalló el clamor de quienes se beneficiaron de sus valerosas acciones tendientes a liberar a un profundamente oprimido pueblo michoacano, para dejarlo padecer en soledad la lucha contra el sistema.
Basto el otorgamiento de empleos en las llamadas policías comunitarias, para que se olvidaran de aquel libre pensador que arriesgando su patrimonio, su libertad y la vida propia y de sus cercanos. Cabe recordar la tomadura de pelo que represento la institucionalización de dichas policías, solo un circo para incautar a quienes ponderaron unos centavos sobre la libertad.
A la deslealtad mostrada por quienes fueron favorecidos por el empuje y liderazgo de José Manuel Mireles Valverde, se sumaron los intereses de los grupos criminales que vieron en las autodefensas una punta de lanza ideal para combatir a contrincantes y ganar territorio en el estado de Michoacán, así como el interés de la Administración Federal de tomar el liderazgo en busca de no perder credibilidad ante la población, sin importarle recurrir a la traición, misma en la que incurrieron aquellos que debiéndole solidaridad se olvidaron de la hermandad que los ligaba, quizá celosos de la práctica de ideales que ellos jamás se atrevieron a realizar aburguesados, convertidos en aquella fuerza conservadora que decían aborrecer.
Desde su injusto e ilegal arresto ocurrido el día 27 de junio de 2014, al día de su liberación, el 13 de mayo de 2017, fueron pocas las voces que se levantaron públicamente para exigir la liberación de quien evidentemente fue un preso político, incluidas las de aquellos que obligadamente le deben solidaridad por que alguna vez le llamaron hermano.
Juan Manuel Mireles Valverde destaca por ser un practicante del libre pensamiento real, sincera, y eficaz, practicante de valores como la solidaridad, la lealtad, la honestidad, honradez y el valor. Ahora de regreso al descompuesto tejido social, al que refiere buscará proteger, quizá valga la pena se pregunte si este quiere ser protegido y rescatado.
Si bien el arresto arbitrario es una muestra del nivel de intolerancia y la incapacidad de dialogo de la actual camarilla de gobernantes, también puede ser cierto que en libertad probablemente no seguirá con vida ante el álgido contexto que se vivía en Michoacán de Ocampo.
Ahora que retoma la libertad física, porque la de su pensamiento parece está intacta, esperemos sea aprovechado de mucho mejor manera que la ocasión anterior, y se busque erradicar episodios como este, mediante la generación de ambientes sociales más provechosos para las nuevas generaciones, de lo contrario el nivel de descomposición terminará por extinguir al estado mismo, pues la intolerancia a los abusos de los delincuentes es cada día mayor, lo que terminará generando una involución.
Su valor civil, contrario al trato recibido, merece el reconocimiento social, y su divulgación como ejemplo de ciudadanía de amor a la nación, esto pese a la postura que tuvieron los dirigentes del Estado, recelosos de sus funciones constitucionalmente asignadas, quienes vieron en él más que un aliado un riesgo para sus intereses e ignoran la propagación de contenidos actualmente divulgados en la televisión en series que hacen apología a quienes cada día envenenan a nuestra sociedad.