Opinión
¿Elecciones o imposiciones?

Decisiones.- El elector goza del sagrado privilegio de votar por un candidato que eligieron otros, era lo que sostenía Ambrose Bierce, escritor estadounidense.
Hace una semana, aproximadamente, se vivieron elecciones en cuatro estados de la república mexicana: Nayarit, Coahuila, Veracruz y Estado de México. En todas se presentaron situaciones dignas de análisis, pero en ninguna tan poderosas como en el Estado de México.
El fortalecimiento del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), es evidente, es contantemente ascendente. El debilitamiento del Partido Revolucionario Institucional (PRI) también lo es, pues, pese a haber empleado una mayor cantidad de recursos que en ninguna otra elección local, obtuvieron menos votos que en la elección a gobernador inmediato anterior en el propio Estado de México, bastión priista.
La rancia estrategia de dividir para vencer, apenas le bastó al PRI para adquirir un resultado apestado a fraude, a trampa, esto debido a las múltiples denuncias realizadas en redes sociales, en las que, supuestamente se aprecian anomalías en los conteos de los votos registrados en las boletas electorales en casillas en las que extrañamente nadie se pronuncia al respecto en ese momento. Tufo que se ha intensificado tras las modificaciones en los resultados con motivo del recuento de los votos de varias casillas que han revertido el triunfo del tricolor, llevándolo incluso a perder un distrito electoral.
El retroceso en las formas de “hacer política” fue evidente, trasladándonos a las décadas de los setentas y ochentas. Los 12 años fuera del poder federal sufridos por el PRI los ha llevado a agudizar sus prácticas persuasivas para conservar el poder.
Nos mostró a una oposición fragmentada. La izquierda, una parte cegada, unos por soberbia y avaricia, quienes se niegan a reconocer en otros, el complemento que les fortalezca en la búsqueda del triunfo. Otros, tocados y convencidos por el poder encumbrado, para confundir a la base electora que existe más de una opción de izquierda, convictos de la idea de que administrar una derrota le será más rentable que alcanzar un triunfo en alianza.
La derecha, más difuminada que nunca, con una candidata de gran capacidad, pero gris y torpe al caminar sobre los mismos pasos de última empresa proselitista. Un instituto político contaminado de aquello que motivó su nacimiento, todo aquello que denunció y combatió, lo terminó invadiendo. Lástima, siempre hará falta.
La sección más interesante de esta fotografía es donde se aprecia el terror del grupo gobernante ante la posibilidad de perder su cueva, aquella que les permitió subsistir durante la ausencia del poder nacional prolongada por doce años, los llevó, en su desesperación, a cometer canibalismo, a sacrificar a aquellos de los que se beneficiaron, como lo son Javier Duarte y Roberto Borge Angulo.
A todo esto, es importante reflexionar sobre las opciones sometidas a votación, encontrando a un candidato, plastificado, excretado de la cofradía política más toxica que existe en el país, incluso familiar del presidente de la República peor calificado en la historia moderna del país, acorde a los perfiles de dicho grupo e individuo.
Así mismo, encontramos a una candidata impresionantemente incapaz en el manejo del lenguaje y ya no decir del resto de las asignaturas propias de la educación básica, impuesta por el líder de MORENA.
También encontramos un gregario del candidato oficialista, encargado de generar la división en la oposición para beneplácito y beneficio del grupo gobernante, buscando la beneficencia de su colaboración y administrando una derrota calculada, y a una candidata, con gran capacidad, pero nada de carisma, con salpicaduras que sembraron la poderosa duda, que terminó destruyendo sus razones, personaje que ignoro su historia y la repitió.
Todas las opciones impuestas a votación, cuál de ellos cuenta con la legitimidad para representar honestamente los intereses sociales de aquellos para quienes en teoría gobernaría.