Opinión
Verano de agua, fuego, hielo y lodo en Ixtlahuacán de los Membrillos y Jocotepec

Decisiones.- El poeta estadounidense Robert Frost escribió: “Unos dicen que el mundo terminará en fuego, otros dicen que en hielo. Por lo que he gustado del deseo, estoy con los partidarios del fuego. Pero si tuviera que sucumbir dos veces, creo saber bastante acerca del odio como para decir que en la destrucción el hielo también es poderoso”.
En junio severas inundaciones azotaron la región Ática de Grecia y un mes después dos incendios cercaron su capital, Atenas, causando 80 muertos y empujando literalmente a su población hasta sumergirse en la costa, en búsqueda de refugio ante las llamas. En tan solo 30 días la sociedad helénica transitó entre los extremos de una realidad climática sin precedente que lanza claras señales de cómo sus patrones se han modificado definitivamente, generando graves impactos en las comunidades bióticas.
La emergencia no se limitó a la península griega, sino que alcanzó dimensiones globales. Este verano la problemática asociada a eventos hidrometeorológicos ha desbordado a la comunidad internacional: Austria, Francia, Grecia, Polonia y Bulgaria sufrieron severas inundaciones, mientras que Vietnam y Laos, recibieron dos tormentas tropicales que dejaron una estela de muertos y desaparecidos.
El dramático avance del fuego desde el bosque hacia residencias que atestiguamos por redes sociales en Atenas casi en tiempo real no son sino el extremo de una serie concatenada de incendios forestales que iniciaron a principios de julio en la península escandinava, donde 52 incendios simultáneos se propagaron desde el norte de Suecia hacia el círculo polar ártico. En esas mismas fechas, en Canadá las altas temperaturas provocaron 70 muertes, mientras que en Japón se alcanzaron los 41°C, cuyos efectos requirieron la hospitalización de 22 mil personas, causando la muerte de otras 80. En Estocolmo tratan de adaptarse a un inédito verano de 30°C, con no muy buenos resultados. Más al norte, en la comunidad nórdica de Makkaur, hogar de bosques templados noruegos otrora inmunes al calor, se experimentaron sofocantes noches de 25 °C, inéditas e igual de cálidas que las de Jamay.
Estos sucesos que acontecen a lo largo y ancho del planeta responden a las previsiones y advertencias que los científicos que integran el Panel Científico de las Naciones Unidas han expresado sobre los efectos del cambio climático global: aumentará el calor, habrá más fenómenos climáticos, serán más frecuentes y de mayor intensidad.
A pesar del carácter planetario de estas manifestaciones climáticas, los efectos podrían parecernos distantes geográficamente y pretendemos ignorarlas. ¿Acaso en Jalisco y en la ribera de Chapala somos ajenos a las expresiones del cambio climático?
Recordemos: en el año 2017, Jalisco vivió su peor año en materia de incendios forestales en las últimas dos décadas. La Comisión Nacional Forestal reportó que ese año los incendios consumieron 171 mil 366 hectáreas de bosques equivalentes a la superficie total de los municipios de Zapopan, Guadalajara, Tlajomulco de Zúñiga y parte de San Pedro Tlaquepaque. El 30 por ciento de esos incendios forestales fueron provocados por quemas agrícolas, 24 ciento por intereses inmobiliarios; 20 por ciento por paseantes que iniciaron fogatas, 16 por ciento por personas que lanzaron colillas de cigarrillos y 10 por ciento otras causas, entre ellas naturales.
Esto en el contexto estatal, pero las expresiones locales de los efectos del cambio climático global son evidentes, incluso para nuestra región ribereña. El 12 de julio de este año, la Secretaría de la Defensa Nacional activó en Jocotepec el Plan DN-III-E, la medida extrema de asistencia ante emergencia y de ayuda a la población, para responder al deslave del cerro el Ocote, cuyo alud dañó 34 viviendas en un fraccionamiento a causa de una fuerte tormenta.
Por otra parte, el pasado viernes 27 de julio, experimentamos un evento inédito y lleno de significados. Una multitud que celebraba un festival popular en la plaza principal de Ixtlahuacán de los Membrillos fue sorprendida por una tormenta de granizo. Ningún vecino de la región recuerda trozos de hielo de la magnitud de los que cayeron, lesionando a 40 personas y causando daños en 150 vehículos. La moraleja está aún por ser descifrada.
La advertencia es vigente, es global y es para todos: habrá más calor, los fenómenos climáticos serán más frecuentes y probablemente serán de menor duración, pero de mayor intensidad. Sin embargo, y no obstante emergencias y siniestros recurrentes, a nivel local algunos tomadores de decisiones aún desdeñan la imperiosa necesidad de incorporar la dimensión climática y ambiental en los planes de desarrollo regional, en los instrumentos normativos y en las necesarias previsiones para proteger a la población.
El territorio en el que vivimos es vulnerable y nos emite señales precisas de advertencia sobre nuestro comportamiento, falta de consideración y cuidado ambiental. Mantenernos en la ignorancia, ajenos a esta cauda de dolor, es negar la evidencia científica de los efectos del cambio climático, creando confusión y evitando que prosperen las medidas normativas y operativas que deberían aplicarse en toda la región, en el estado, en el país y en el planeta entero, para impedir que todo esto vaya a más.
El cambio debe empezar en cada uno de nosotros y en nuestra comunidad ribereña, asumiendo con conciencia que el escenario es real y que tiene consecuencias riesgosas muy cercanas a nuestra cotidianeidad. Luego entonces, debemos proponer acciones regionales y municipales ante el cambio climático, actualizar los atlas de riesgo, acopiar, manejar y confinar correctamente nuestros residuos sólidos, implementar los ordenamientos del territorio bajo consideraciones ambientales y modificar nuestros patrones de consumo para disminuir nuestra huella ecológica y mitigar los impactos climáticos, fortalecer nuestra resiliencia y revertir el dramático rol que le estamos asignando al agua, al fuego y al hielo.
Interesante reflexión respecto al cambio climático que va desde lo global a lo local, y de lo poético a los datos concretos. Uno de los profesionales de la conservación y el medio ambiente que más admiro, enhorabuena.