La democracia es una aspiración utópica, quizá un sueño que parece anclado en el horizonte sin importar cuanto caminemos hacia él. En Jalisco, durante mayo de 2016 se aprobó por la LXI Legislatura del Congreso del Estado la creación y mejora de diversas figuras jurídicas que enriquecen nuestra Constitución Política Local en pro de la democratización de la vida pública. De las 13 figuras ingresadas en las reformas concretadas el año pasado, una en particular adquirirá relevancia en los próximos días pues se realizará en diversos municipios de Jalisco: esta es, la “Revocación de Mandato”.
A grosa manera podemos señalar que su finalidad es la de dotar a los ciudadanos de este Estado de una herramienta legal que permita anticipar la terminación de cualquier mandato publico motivado en una elección popular. Es así que mediante el uso de esta herramienta se puede correr o despedir a un funcionario electo, ya sea gobernador, diputado, presidente municipal, regidor o síndico, bastando la participación del cinco por ciento del listado nominal, porcentaje que facilita el ejercicio.
Se trata sin duda de una herramienta política fundamental para la vida cívica del Estado, que seguramente será utilizada en mayor medida por los partidos políticos que por la ciudadanía apartidista, viciándola. La contaminación de esta figura será, lamentablemente, la que le dará un peso específico en el desempeño del poder público que la arraigará en la práctica cíclica de dicho recurso.
En Ocotlán, con la confirmación realizada por el primer edil de llevar a cabo el proceso para someter a la participación popular su continuidad en el cargo para el que fue electo en 2015 y con ello el proyecto político que encabeza públicamente, se conocerá o mejor dicho se confirmará el mapa político en nuestro municipio.
Sabremos si el capital político que decidió la elección en 2015 ha crecido, o decrecido, si las alianzas definitorias continúan vigentes o se han erosionado, pero sobre todo servirá para conocer el estado actual de la oposición, que al día de hoy parecen haber desaparecido de la vida cotidiana de la sociedad y en el desempeño de las regidurías que les correspondieron se han convertido más en comparsa que en contrapeso.
Parece que la continuidad en el encargo de la actual administración emecista será solo un trámite, y el proceso de “Revocación de Mandato” resultará un escaparate proselitista.
Los factores que se verán involucrados en el resultado de este interesante ejercicio son muchos, de los que considero principales: la abstinencia, que en la pasada elección superó el 50 por ciento del padrón electoral, según cifras del propio Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado (IEPC); las fracturas en diversos institutos políticos; la falta de liderazgos ciudadanos y partidistas; poderes fácticos, simpatizantes y beneficiarios del actual grupo político posicionado en la presidencia municipal; la debilidad política de la oposición en el ayuntamiento; la clientela generada por el actual grupo político gobernante como resultado del ejercicio del poder público, entre algunos más.
Por lo anterior es que considero que en tanto no se fortalezca la cultura cívica de la participación ciudadana en la vida pública, figuras de avanzado diseño democrático como la “Revocación de Mandato” seguirán degenerando en simples utensilios partidistas, sectarios, que torcerán el proceso en pro de intereses regularmente ajenos, e inclusos contrarios al bien público, alejando dichas herramientas de su teleología de su propósito.
