Opinión

¿Crianza respetuosa?

Decisiones.- En los últimos años los estilos de crianza han sido cuestionados y es que por muchos años  entre chistes, retos en redes sociales o incluso proyectado en películas infantiles dejamos ver como la violencia y el miedo ha sido el principal recurso para guiar y establecer límites en menores.

La Edad Media fue una de las épocas en las cuales se aplicaba el castigo físico más severo así como también los niños y niñas eran vistos como adultos pequeños delegando tareas que según su desarrollo evolutivo no podían realizar.

La buena noticia es que en todas las épocas han existido militantes de los buenos tratos con el fin de lograr erradicar el maltrato en la infancia, fue entonces hasta el siglo XX cuando se logró la prohibición de métodos violentos como parte de la educación en gran parte del territorio europeo pero lamentablemente aún existen países que lo siguen permitiendo dejando vulnerables a millones de infantes.

Siguiendo esta línea en 1989 se creó la Convención de los Derechos del niño permitiendo dar un giro a la forma en que eran vistos y tratados los infantes, creando una generación de padres más sensibles, logrando una promoción significativa sobre los buenos tratos en la infancia.

Ahora bien, cuando hablamos de crianza respetuosa o positiva no hablamos solo de la labor que los padres y madres tenemos al momento de educar a nuestros hijos e hijas, si no a los espacios públicos, al personal médico, a las instituciones educativas, a las leyes, a todos aquellos involucrados directamente con la infancia donde a través de un trabajo multidisciplinario se busca ofrecer un vida y espacios libres de violencia para los niños.

Dicho estilo de crianza nace de la evidencia científica, es decir, de aquellos resultados en miles de investigaciones sobre el daño a nivel neurológico (desarrollo cerebral del menor) nivel emocional y de personalidad sobre el maltrato recibido en esta etapa evolutiva de la mano con los derechos humanos de los cuales las creencias personales o morales no están por encima.

Ahora con la aprobación de la ley “Anti Chancla” en Jalisco y algunos otros estados de la República estamos obligados a informarnos y buscar otras alternativas de disciplina para nuestros hijos, enfrentarnos a la idea de romper con un patrón violento que ha sido mal heredado e incapaz de generar aprendizaje

¿Por qué será que nos cuesta tanto trabajo educar sin golpes y castigos? ¿Será porque para cambiar la historia e inyectar una dosis de salud mental a las siguientes generaciones hay que tocar en lo profundo de la propia infancia? Y es que el maltrato nos ha afectado tanto que existen adultos heridos defendiéndolo, nos toca tan profundo que lo naturalizamos y vamos por la vida con frases como “gracias a las nalgadas soy una persona de bien”, “lo que les falta a los niños de hoy son unos buenos jalones de orejas”, agradecemos cada golpe recibido, este hecho me parece lamentable y ojo, algo con lo que confunden mucho a la crianza respetuosa es con dejar que los niños hagan lo que quieren o una falta de límites.

Me gustaría dejar en claro que así como golpear, humillar, gritar o castigar es maltrato también la falta de límites lo es, esto cae en el extremo de la permisividad igual de dañina, los niños necesitan de los límites para saber cómo actuar en el mundo pero lo que buscamos es que estos límites no atenten contra sus derechos o dañen su integridad y desarrollo en distintas áreas.

Así pues para terminar les dejo con este fragmento de mi gran profesor: “La crianza respetuosa es el camino que quieres recorrer, la sensibilidad parental es la brújula que te guía, los buenos tratos cotidianos son los pasos que vas dando, la comunidad sensible es la tribu que te sostiene, la reflexión de tu niñez herida es el paso necesario para crecer, la amabilidad contigo misma/o es el ingrediente olvidado, la paciencia y la empatía se aprenden paso a paso, la autonomía plena del hijo/a es la recompensa a tanto esfuerzo, la salud mental es el destino que anhelamos”, Esteban Gómez Muzzio.

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Vane Soto

Licenciada en Psicología por la Universidad de Guadalajara, Diplomada en Salud Mental Infantil, Apego y Parentalidad por la Academia Fundación América por la Infancia, Asesora en Crianza Respetuosa.

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