
Decisiones.- “En Mezcala somos descendientes de gente azteca, gente náhuatl, y cuando fundan Mezcala ellos decían que había mucho mezcal y empiezan a producir alcohol y de ahí se deriva el nombre de Mezcala”, narró Santiago.
Asegura que aunque el Mezcal fue la principal premisa del nombre que ahora lleva el pueblo, en la actualidad, no hay nadie que lo produzca, ya que los últimos pobladores que al menos cocían el mezcal murieron. Por otra parte, refiere que el maguey utilizado era maguey criollo nacido en la montaña y a consecuencia de que las personas no cuidaban el maguey, se fue perdiendo hasta el día de hoy, que no hay más de él en las tierras de Mezcala.
Esta fue otra de las luchas perdidas del lugar, una lucha que tiene que ver con la pérdida del patrimonio gastronómica de las personas que habitaron los cerros colindantes a Chapala en Poncitlán.

Vendiendo poesía
Por las calles de Mezcala los niños corren descalzos tras de ti para pedirte una moneda, unos para comprar agua, otros para un taco y hay otros como Víctor y sus dos amigos que piden una moneda a cambio de recitar uno de sus poemas en los que brevemente exponen su Mezcala. Con titubeos y segundos intentos, el más pequeño de los tres recita el primer poema titulado Mi Mezcala querido.
“Este poema es titulado ‘Mi Mezcala querido’, este pueblo con grandes montañas, un cielo azul, un lago hermoso…”, va recitando a toda prisa con ininteligibles palabras.
Víctor continúa recitando el segundo poema titulado «El movimiento insurgente».
“El movimiento insurgente nació en Mezcala cuando Encarnación Rosa y José Santa Ana se rugieron en la isla a más de mil personas con palos y hondas […] fueron cuatro años de lucha y nunca se rindieron, en todas las batallas nunca se vencieron, Mezcala tiene historia pero todos valientes, hacia la memoria estamos todos presentes […] con gran honor y disposición”, termina Víctor efusivo y deja lugar al tercer poema.
“Qué bonita es Mezcala, qué bonita es Mezcala con sus calles empedradas resaltando sus plazas, con sus bancas bien pintadas, la gente religiosa que se acerca al templo con el corazón contento, todos saben lo que sucedió al recordar la batalla que se recordó Marcos Castellanos y también José Santa Ana”, finaliza con el poema titulado «Qué bonita es Mezcala».