Ocotlán

Paola Labra, la bailarina ocotlense que lució en Francia

El verano pasado, la hija menor de la familia Labra, obtuvo la noticia de que tras una visoria secreta había sido seleccionada junto con otras tres mexicanas para acudir al “Curso Internacional de Verano” en la escuela de Danza de Biarritz en Francia. Con apoyo de sus padres, amigos, familiares e inclusive el Ayuntamiento de Ocotlán, la alumna de la escuela tapatía ‘Spacio Ballet’ pudo asistir y mejorar su técnica.

Paola del Carmen Labra Sánchez, mejor conocida como Pao, es una ocotlense nacida en el año de 1998, que por azares del destino y talento propio consiguió emprender un viaje para darse cuenta que jamás dejará de hacer ballet.

II

El trabajo para llegar allá fue demandante y como todo, requirió de sacrificios. Paola cuenta que durante cinco años su padre la traslado cada sábado a la Perla Tapatía para que ensayara en la academia de danza. Pero para alguien que realiza danza desde los cuatro años el infierno de constancia que implica el ballet, significó una oportunidad para compartir más tiempo con sus compañeros de vida: los tutus, las barras y los espejos.

III

Su metro y 57 centímetros de estatura y el esbelto cuerpo hacen que parezca de 16 años, pero tiene 19. Mientras está sentada afuera de su casa con pantuflas por una molestia en el pie derecho, recuerda como estuvo rodeada por bailarines provenientes de todo el mundo con edades desde los cuatro años hasta los 40.

Mira al vació y habla emotivamente de aquellos salones gigantes repletos de barras y de un suelo que le hizo girar más allá de sus expectativas. Recuerda lo sorprendida que quedó cuando notó que algunos bailarines realizaban mejor técnica, mejor giro e inclusive tenían mayor flexibilidad.

Paola vestía para sus ensayos unas mallas y se recogía el cabello. En su mochila, colocaba sus puntas Gaynor y sus punteras para evitar rozarse con las zapatillas. Además, tenía que traer consigo un gafete con una fotografía, donde se le marcaba el registro a sus clases.

Estiraba, hacia fuerza y luego técnica. Pasaba en grupo de tres para practicar saltos y luego hacían una coreografía grupal. No había ruido en ningún momento y las respiraciones agitadas después de un día de ensayo se podían hacer notar. Al salir de clase suplicaba que no hubiera una uña enterrada, ampolla o fatiga muscular que le impidiera moverse para ensayar al siguiente día.

En  lo que restaba del día, Paola solo esperaba poder haber comprendido todas las correcciones de los maestros, pues el francés no era una lengua que dominara.

-Todos hablaban francés y yo no entendía… por eso mis clases favoritas eras las de la maestra española y el maestro cubano, porque a ellos si les entendía.

IV

Viajar a otro país, incluye acostumbrarse a nuevos alimentos y al ir a Francia, se topó con un comedor llena de comida libre de grasas: zanahoria cocida, huevo cocido, arroz sin mantequilla, un pequeño pedazo de pollo, ensalada, yogurt sin azúcar, fideo puro, cereal y de vez en cuando un trozo de pescado y un chocolate pequeño para reanimar al cuerpo.

Labra desayunaba a las siete, comía a las doce y media y cenaba después de las siete. Eso, lo recuerda con desagrado y explica que al salir de los ensayos el hambre a morir jamás era remplazado por un sensación de un estomago satisfecho.

V

Silencio absoluto y unos ojos verdes cansados. Así lucía Paola Labra a un día de haber llegado de Francia.

-Me levantaba a las siete de la mañana para alcanzar a desayunar porque el comedor lo cerraban a las ocho. Después de eso me iba a mi clase y luego a otra. Por la tarde me daba un descanso de 20 minutos para reposar y de ahí tenia clase de puntas, piso y para culminar tenia técnica y salía a las siete de la noche.

Paola se ve conmovida y emocionada cuando habla de su estancia. Sus manos hacen muchas descripciones sobres las barras movibles, los espejos grandes y la música que emergía de un piano profesional.

Ahora, la ocotlense vivirá en Guadalajara para seguir ensayando ballet y estudiar la carrera de psicología en el Centro Universitario UTEG. Después de Biarritz sabe que el ballet nunca desaparecerá de su vida, pero se recuerda a si misma que necesita culminar una carrera para poder acreditarse en un momento de su vida como profesionista.

Einstein decía que los bailarines eran los atletas de Dios y Paola sonríe cuando recuerda la frase del físico alemán. Ella dice que el ballet es más un arte que un deporte, así que no le importa cuando tenga que volver a utilizar sus puntas, pues sabe, valdrá la pena.

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