Opinión

¿Cuál género cuida a los ancianos y enfermos de Ocotlán?

Decisiones.- En la familia recaen funciones como la educación de infantes, el cuidado de enfermos y/o de adultos mayores, el apoyo ante los problemas laborales, existenciales, económicos y de salud de los miembros que la conforman.

Es deseable que en la familia se promuevan dinámicas de solidaridad, apoyo mutuo y comunidad. Particularmente en Ocotlán la familia persiste como una institución fundamental para todo esto. Justamente por eso en las siguientes líneas reflexionaré acerca de la organización de las familias ocotlenses para el cuidado de otros (pareja, hijos, enfermos) ¿Hay personas más dotadas de habilidades en la familia para esta labor? ¿Quién lo lleva a cabo en Ocotlán?

Durante años se ha dicho popularmente que las mujeres por naturaleza o instinto poseen habilidades como sensibilidad, ternura, frescura y paciencia. Estas características las convertirían en un perfil ideal para cuidar de otros. Por ejemplo, cuando hay un enfermo en casa o en el hospital es frecuente encontrarse a las hijas, las nueras, las esposas, las hermanas o las nietas de los enfermos cuidándolos, dándoles sus pastillas, preparando su comida, bañándolos o ayudándolos a caminar.

En cambio, muchos de los hombres tan solo asisten a visitar a sus enfermos pero de a ratos ya que se dice que “sus horarios de trabajo no se lo permiten”, “no son tan buenos en el cuidado”, “son bruscos”, “no tienen paciencia”, “odian los hospitales”, “se ponen nerviosos con la sangre o son enojones”. Además, que si el enfermo es mujer y se le tiene que bañar o cambiar pañal, pues “no saben” hacerlo o bien las reglas del pudor dictan que no es lo deseable.

Pero ¿es esto verdad?, ¿los hombres tienen menos habilidades para el cuidado que las mujeres? La respuesta es clara y evidente: no. Tanto hombres como mujeres están perfectamente capacitados, posibilitados y tienen la misma responsabilidad del cuidado de los miembros de la familia, llámense enfermos, niños, ancianos o peces.  Sin embargo, hemos crecido creyendo que hay diferencias naturales y biológicas tan grandes que hacen que los hombres estén dotados para unas tareas, roles y habilidades y las mujeres para otras. Estas ideas son frecuentemente reafirmadas en libros como “Los hombres son de Venus y las mujeres son de Marte”. Estos libros y esas creencias son dañinas porque han generado que la distancia entre los derechos, los roles, los privilegios y las posibilidades de género se siga reproduciendo.

Entonces, que las mujeres se encarguen más del cuidado de los otros no es una cuestión natural, ni se debe a tengan más habilidades, es un rol de género, y tiene un nombre, se le llama: feminización del cuidado. Este concepto hace referencia a la creencia prevaleciente de que las mujeres están más dotadas que los hombres para la atención de niños, de enfermos, de nietos o de adultos mayores, y por tanto los cuidados recaen mayormente en éstas. Si a eso le sumamos que algunas de esas mujeres trabajan en espacios formales o informales, tenemos montones de responsabilidades recayendo en una persona.

En el tema específico del cuidado en Ocotlán, actualmente encontramos casos de mujeres que tienen uno, dos, tres o hasta más hijos, además de que cuidan de sus nietos, padres o suegros cuando son adultos mayores o de algún familiar enfermo. En ese marco, es comprensible y lógico intuir que estas mujeres pueden terminar molestas o enfermas tanto física como psicológicamente.

Otra consecuencia posible es que se incrementen los problemas de pareja, debido a que las mujeres que están en estas situaciones no sienten solidaridad y colaboración mutua en temas y problemáticas cotidianas que corresponden a la familia.

A parte, la creencia de que los hombres tienen condiciones que les capacitan para unas cosas y las mujeres para otras genera que los hombres se priven del privilegio y posibilidad de mostrar amor, dolor, ternura y cercanía hacia sus familiares, enfermos, o bien de ser participes activos de la crianza de sus hijos. A la vez que genera que algunas mujeres estén sobrecargadas y agotadas por las actividades que cotidianamente hacen.

En suma, sigue siendo una tarea pendiente y urgente que, en lo que se refiere al tema del cuidado de otros, las escuelas y en las instituciones públicas de Ocotlán promuevan modelos de familias que tengan una distribución de roles y tareas equitativas. Solamente de esta forma se conseguirá reducir las brechas de género y la distribución disímil del trabajo en el espacio privado. Cabe señalar que admito que lo que he descrito en esta nota no es la situación de todas las familias de Ocotlán, ya que poco a poco han ido emergiendo de nuevas paternidades y masculinidades en el municipio, tema del que hablaré en mi siguiente opinión.

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Karla Alejandra Contreras

Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales en CIESAS-Occidente. Maestra en Psicología Social por la Universidad Católica del Norte, Chile. Es profesora en el Centro Universitario de la Ciénega (CUCI) de la Universidad de Guadalajara (U. de G). Investiga y reflexiona sobre temas de género, sexualidades, maternidades y juventudes.

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