Opinión

A propósito de la expresión “madres luchonas” ¿hay “padres luchones” en Ocotlán?

Decisiones.- Desde el 2015 aproximadamente hasta la fecha se han popularizado las expresiones “madres luchonas” y “ la bendición de las madres luchonas”. Es común ver en redes sociales memes alusivos al tema, así como escuchar conversaciones cotidianas hablándolo. En las siguientes líneas reflexionaré acerca de ¿qué está detrás de estas expresiones?, ¿por qué que no hay padres luchones? o ¿será que los hay y a ellos no les hacemos memes?

La expresión de “madres luchonas” no se usa para reconocer esfuerzo o denotar algún tipo de distinción a las madres que son persistentes o esforzadas como se podría pensar al escuchar la frase. Por el contrario, el uso popular de esta expresión hace referencia a un tipo de burla que se detenta hacia mujeres que son madres solteras, generalmente de clase media-baja o baja, que tienen como característica la falta de apoyo total del padre para tareas de crianza, manutención, cuidado de sus hijos. Estas mujeres han asumido la responsabilidad de desempeñar dobles o triples labores tales como trabajar, estudiar y el cuidado de los hijos y se autodenominan madre y padre a la vez. Cabe señalar que a los hijos de estas mujeres se les nombra popularmente, a modo de burla, “sus bendiciones”.

Curioso resulta que no se usa la expresión “padre luchón” para revelar a padres que se han hecho cargo solos del cuidado de los hijos. Tampoco se usa para mencionar a mujeres de clase burguesa que se encargan solas de la educación, manutención y cuidado de los hijos. La razones de esto son que esta frase guarda un fuerte arraigo clasista y machista.

El componente clasista se puede ver cuando analizamos que los memes hechos, no muestran mujeres blancas, de clase alta, con posgrados o artistas de cine, muestran mujeres en condiciones de vulnerabilidad social y pobreza. En cuanto al ámbito machista, es importante destacar que en Ocotlán aún prevalece una cultura patriarcal y conservadora, en la que persisten posibilidades diferenciadas entre hombres y mujeres para vivir y explorar la sexualidad. Por ejemplo, si un hombre tiene relaciones sexuales a corta edad, antes del matrimonio o con varias parejas sexuales se le llama “chingón”, “cabrón”, “buenazo”. Por el contrario, si una mujer tiene varias parejas sexuales o relaciones sexuales a corta edad se le denomina “fácil”, “caliente” o “zorra”.

Estas brechas entre las posibilidades sexuales han ido aminorándose poco a poco en ciertos sectores sociales y niveles educativos, sobre todo por la mercantilización de la sexualidad, los miles de anuncios e informaciones que nos bombardean señalando que el sexo es lo mejor para la gripa, el dolor de cabeza, el estrés y miles de cosas más, pero en Ocotlán aun quedan reminiscencias de una cultura que no es tan igualitaria como parece.

Uno de esos recovecos se manifiesta precisamente cuando hay un embarazo no planificado, momento en el que varios hombres deciden abandonar a la pareja porque no están preparados para esa responsabilidad, porque no saben qué hacer, porque la relación no funciona tan bien como ellos desearían o porque se van para otras ciudades nacionales o internacionales con el fin de conseguir dinero y casarse, cosa que a veces sucede y a veces no. Lo anterior, destapa que es una realidad que muchas mujeres quedan a cargo del cuidado de los infantes, y retardan/sacrifican o complejizan su proyecto de vida.

Sin embargo, socialmente esto no es valorado ni reconocido por dos razones: 1) Se piensa socialmente que la mujer se lo buscó, ya que no se cuidó, pero recordemos que la protección sexual es tarea de ambos miembros de la pareja, no solo de la mujer 2) Encargarse del cuidado de su hijo es “lo natural” y “normal” que debe hacer la mujer, ¿las exigencias operan igual para los hombres?, ¿al hombre se le dice “usted se lo buscó, siéntese y cuide a su hijo”?, ¿cuántos hombres hay que tienen hijos con varias mujeres y no se encargan de la crianza, cuidados y manutención?

Es ineludible aceptar que el derecho a través de las pensiones alimenticias, las regulaciones de las custodias y otros mediaciones familiares ha permitido que menos hombres se desprendan de su, también, responsabilidad. Pero ¿qué pasa si el hombre no tiene trabajo, si está discapacitado, en la cárcel o cualquier otra cosa?, ante esas y otras condiciones muchas mujeres se responsabilizan completamente del cuidado, algunas hasta estudian, trabajan y cuidan a sus hijos a la vez. No tienen derecho estas mujeres de decirse madres y padres a la vez, o reconocerse o hacer lo que quieran con su existencia, como salir a un café.

Como sociedad no queremos que estas mujeres expresen inconformidad o reproches hacia el padre o hacia un sistema social que no está hecho para ellas, y cuando se autodenominan padre y madre a la vez nos molesta y nos sentimos con la autoridad moral y social de burlarnos y hacer memes, criticarles y despreciarles porque han asumido su maternidad. No se dice nada del padre que se fue ni que no asume funciones de cuidado.

En Ocotlán no hay padres luchones porque a los padres que cuidan a sus hijos sin el apoyo de sus parejas se les llama padres ejemplares, se les reconoce como padres responsables, se les denomina hombres admirables. Mientras que a la madre que cedió y no asumió un papel activo en la crianza se le llama desnaturalizada o mala madre.

Justamente por eso, al usar las expresiones “madres luchonas” o “bendiciones”, estamos reforzando viejos esquemas de género patriarcales, cargados de estereotipos que naturalizan los roles de los hombres y de las mujeres, que muestran una profunda intolerancia y clasismo ante las maternidades no ideales, esas que no ocurren en un matrimonio, con la edad “ideal” u otras cosas más.

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Karla Alejandra Contreras

Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales en CIESAS-Occidente. Maestra en Psicología Social por la Universidad Católica del Norte, Chile. Es profesora en el Centro Universitario de la Ciénega (CUCI) de la Universidad de Guadalajara (U. de G). Investiga y reflexiona sobre temas de género, sexualidades, maternidades y juventudes.

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