Opinión

¿Sálvese quien pueda?

Decisiones.- Justo en los días en los que se registra el mayor número de contagios en lo que va de la pandemia por Covid-19, los gobiernos, tanto el federal como el estatal, parecen haber decidido dejar a su suerte a las personas. 

El gobernador Alfaro, después de haber impuesto medidas muy estrictas y con antelación a la federación, ha declarado que es momento de pasar a una etapa de “responsabilidad individual”, porque el encierro no da para más y si la gente no muere por coronavirus, morirá por hambre. Si bien debe existir un alto nivel de responsabilidad individual ante la pandemia, el gobierno estatal no puede ni debe lavarse las manos. A nivel Jalisco, las cuentas que habrá de rendir el gobernador serán por el éxito o fracaso del Plan Jalisco Covid-19, estrategia que buscó preparar y ampliar la red hospitalaria para afrontar la pandemia. Por el bien de las y los jaliscienses, esperemos que el Plan resulte efectivo y se salve la mayor cantidad de vidas posible. 

A nivel federal, la actuación del doctor Hugo López-Gatell ha sido errática. Sin empacho alguno sale a aventar fechas, jugando con la paciencia, la credibilidad del gobierno y francamente la salud mental de las personas. En múltiples ocasiones ha desestimado el llamado de la Organización Mundial de la Salud a ampliar el número de pruebas que se aplican para encontrar a los contagiados de coronavirus. Dice que se trata de un desperdicio de recursos. El doctor López-Gatell miente. Los países que han logrado controlar la curva de nuevos contagios, como Francia, Alemania, Italia y Nueva Zelanda, han puesto en marcha un sistema de vigilancia epidemiológica centrado en la aplicación masiva de pruebas y el rastreo de contactos para evitar nuevos brotes.

La coyuntura de reapertura de muchos estados -entre ellos, Jalisco- exige un cambio de paradigma en la postura federal sobre la aplicación de pruebas. Si no se detecta, aísla y apoya a las personas portadoras del virus, nos arriesgamos a que estas sigan contagiando a muchos otros y a que la epidemia desborde los hospitales y cause miles de muertes. También se pone en alto riesgo a la ya de por sí dañada economía al aumentar el impacto que tendría declarar otra Jornada generalizada de Sana Distancia. Ahí la importancia de las pruebas: detectar casos regionales a tiempo para evitar la propagación masiva del virus.

Por su parte, el presidente López Obrador ha decidido instalarse en una realidad alterna. En el país que inventa el presidente en su cabeza, se ha “domado” por decreto a la pandemia y de forma irresponsable incita a que las personas salgan a la calle. En el México del presidente López Obrador, la prioridad es dar sermones, salir de gira, construir un tren -aunque ello signifique un ecocidio- y una refinería y no el bienestar tangible de las y los mexicanos.

La intransigencia en el manejo económico de la pandemia deja ver a un presidente pequeño ante una crisis enorme.

En 78 días el presidente, con mayorías tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, ha sido incapaz de proveer ingresos vitales de emergencia a las millones de personas que han perdido sus empleos y hoy no tienen para lo más básico. La respuesta se ha limitado a dar créditos inservibles, insuficientes e ineficientes porque trasladan el costo de la pandemia a los que menos tienen.

Así, parece ser que nuestras autoridades han decidido decirnos: háganle como puedan, sálvese quien pueda. No es cosa menor. El tiempo y la historia les juzgarán.

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Jesús Chavoya Moya

Ocotlense. Economía Financiera.

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